El papel de las distintas formaciones forestales del Parque Nacional de Monfragüe como reservorios de carbono (Informe técnico)
Authors
Castro Díez, María Del Pilar; Romero Blanco, Alberto; Lázaro Novell, Álvaro; Lázaro Lobo, Adrián; Saldaña López, Asunción; [et al.]Publisher
Universidad de Alcalá. Departamento de Ciencias de la Vida. Unidad Docente de Ecología
Date
2024-01-10Funders
Universidad de Alcalá
Keywords
Reservorios de carbono
Quercus
Dehesa
Plantación
Pinus pinaster
Eucalyptus globulus
Matorral
Restauración
Gestión forestal
Suelo
Description / Notes
27 p.
Project
info:eu-repo/grantAgreement/UAH//2022%00441%001%BONEXSUM/ES//
info:eu-repo/grantAgreement/UAH//2022%00458%001%ACTIVE/ES//
Document type
info:eu-repo/semantics/workingPaper
Version
info:eu-repo/semantics/publishedVersion
Rights
Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International (CC BY-NC-SA 4.0)
Access rights
info:eu-repo/semantics/openAccess
Abstract
En el Parque Nacional de Monfragüe, debido a una larga historia de uso, coexisten en un espacio relativamente pequeño formaciones arbóreas que difieren en la especie dominante, la estructura del bosque y la gestión recibida: dehesas de encina (Quercus ilex subsp. ballota), dehesas de alcornoque (Quercus suber), plantaciones de pino resinero (Pinus pinaster, especie nativa en España, pero introducida en esta región) y plantaciones de eucaliptos (Eucalyptus camaldulensis, especie nativa de Australia). Además, hemos estudiado otra formación de porte arbustivo dominada por jaras (Cistus ladanifer) que resultó de un intento fallido de restaurar plantaciones de eucaliptos hacia bosques de quercíneas. El objetivo del trabajo era comparar la capacidad de almacenamiento de carbono entre estas cinco formaciones, y su distribución entre compartimentos aéreos (biomasa aérea de árboles y arbustos, hojarasca depositada en el suelo) y subterráneos (raíces principales de los árboles, raíces de menor entidad encontradas en el suelo y materia orgánica del suelo en dos profundidades: 0-10 cm y 10-30 cm). Para ello realizamos un muestro de campo en 9-10 parcelas circulares por cada tipo de vegetación, donde medimos las dimensiones de árboles y arbustos, y tomamos muestras de hojarasca, suelos y raíces. Con la ayuda de ecuaciones alométricas y valores de contenido de carbono de la bibliografía o medidos en laboratorio, estimamos el stock de carbono por hectárea en cada compartimento. El pinar fue el tipo de vegetación que más carbono almacena, tanto en la parte aérea como subterránea, debido a la elevada densidad de árboles y a la alta talla de los mismos. Le sigue el eucaliptal, donde la densidad es menor, los árboles son altos, con más signos de decaimiento, pero alberga un sotobosque arbustivo con elevada altura, cobertura y riqueza de especies. A continuación, están las dehesas de encina y alcornoque, con valores menores debido a la baja densidad de árboles y la ausencia casi total de estrato arbustivo. Por último, el matorral, debido a su escaso porte, es el tipo de vegetación que almacena menos carbono, aunque su contenido en el suelo (posiblemente un legado del tipo de vegetación anterior) es similar al de la dehesa. La estructura del pinar y el eucaliptal hacen que estas formaciones sean vulnerables a sufrir incendios, por lo que se recomienda reducir la densidad de árboles del primero y de arbustos en el segundo. En el caso de las dehesas, menos vulnerables a los incendios, resulta patente un problema de regeneración que puede comprometer su futuro a largo plazo. Para ello, se recomienda controlar la presión de herbívoros y realizar plantaciones protegidas de los mismos.
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